Por la estatua de Cristo en la iglesia local, esta ciudad en la región de Grodno se compara con Río de Janeiro, por la multiconfesionalidad con Jerusalén. La multiculturalidad en Ivye es la historia, la modernidad y la marca turística. Por lo tanto, la respuesta a la pregunta de qué debes ver en Ivye es natural: la iglesia, la mezquita y la sinagoga, por supuesto. Todo en orden.
Iglesia de los Santos Pedro y Pablo
Situado en una colina, el templo barroco se considera el dominante arquitectónico de la ciudad. Fue construido a finales del siglo XVIII en el sitio de una iglesia más antigua, destruida durante la guerra de los Trece años con Moscú de 1654-1667.
Junto a la iglesia hay una estatua de Jesucristo, por lo que la ciudad se llama en broma Ivye de Janeiro. Muy parecido es el Cristo local al Cristo Redentor de Río.
Sin embargo, hay una estatua en el mundo a la que el Salvador de Ivye se parece aún más. Es una escultura de Cristo Rey en la ciudad portuguesa de Almada, cerca de Lisboa. También se erigió a semejanza de la estatua brasileña.
Mezquita y distrito tártaro de Murovshchizna
En los mapas de entreguerras, el distrito tártaro Murovshchizna se designó un asentamiento separado. Hoy en día, es una parte de la ciudad que encuentras fácilmente por el minarete de la mezquita local.
Se cree que los tártaros en estos lugares han vivido durante más de 600 años. Hoy en día, la comunidad tártara de Ivye es la segunda más grande después de Minsk.
Lo primero que llama la atención en la vida del distrito son las interminables filas de invernaderos. Incluso en el terreno más pequeño, habrá un mínimo de 2. Los tártaros tradicionalmente se dedican a la jardinería, cultivando cebollas, rábanos, pepinos, repollo y, por supuesto, tomates, la base de la “exportación” de los hogares locales.
La mezquita en Murovshchizna ha estado funcionando continuamente desde su construcción en 1882. El dinero para la construcción fue asignado por Elvira Zamoyskaya, entonces propietaria de Ivye, señalando así la contribución de los tártaros a la economía de la ciudad.
En la época soviética, era la única mezquita en funcionamiento en el territorio de Bielorrusia. Pasó el destino de ser un almacén, club y cine. Las autoridades consideraron que el imam local, un humilde trabajador de la granja colectiva, no representaba una amenaza para el régimen y no cerraron el templo .
Y hoy, los tártaros se reúnen en la mezquita los viernes en namaz. Y durante la principal fiesta musulmana, Kurban-Bayram, la mezquita más antigua de Belarús apenas tiene capacidad para todos: los musulmanes de todo el distrito se reúnen aquí.
Edificio de la antigua sinagoga
Antes de la Segunda guerra mundial, los judíos constituían el 76% de la población de Ivye, tenían alrededor de 150 casas y una sinagoga funcionando en la ciudad.
Ahora de todo el complejo de la sinagoga se conservan 3 edificios en la calle 1 de Mayo. En la antigua sinagoga se encuentra una escuela de deportes, y del pasado judío del edificio solo recuerda un letrero en la fachada.
La sinagoga fue reconstruida en el sitio de la quemada en 1929. Un gran incendio destruyó muchos edificios, incluso casas privadas. Las casas fueron reconstruidas de nuevo, ya en piedra. Algunas de ellas se pueden ver hoy en las calles de Karl Marx (que conduce de la iglesia a la Plaza central) y 1 de mayo.
Monumento a las cuatro confesiones
La encarnación escultórica de la tolerancia se encuentra justo en la Plaza central de la ciudad. El monumento a las confesiones (catolicismo, ortodoxia, judaísmo e islam) es cuatro estelas con arcos de medio punto, ubicadas en un pequeño pedestal. Es fácil entender cuál de las estelas es “responsable” de qué confesión: la media luna y el corán adornan la parte islámica, la menorá y el saludo “Paz para tí ” — la judaica, la imagen de Juan Pablo II — la católica, el rostro de Jesús y la patrona de la Virgen — la ortodoxa.
Los creadores de los monumentos abordaron la cuestión escrupulosamente: cada estela mira en la dirección en que se encuentra el templo de “su” religión.
Ivye definitivamente vale la pena para pasar un día libre, incluso si estás lejos de la religión.